••• BIENVENIDO A LA PÁGINA OFICIAL DEL ESCRITOR JULIO MURILLO ••• «EL CLUB DE LOS FILÓSOFOS ASESINOS», SEXTA NOVELA DEL AUTOR, SE EDITARÁ EL PRÓXIMO 22 DE MAYO, EN EL SELLO MR-PLANETA ••• ENGÁNCHATE AL CLUB DE LOS FILÓSOFOS ASESINOS EN FACEBOOK •••

sábado, 7 de julio de 2012

JOSÉ LUIS MUÑOZ ESCRIBE SOBRE EL CLUB...




El escritor José Luis Muñoz disecciona "El Club de los Filósofos Asesinos", mi sexta novela. Gracias por tus palabras, maestro. La tuya es una de las mejores reseñas que nadie me haya dedicado nunca...

Con una carrera meteórica que se inició en el año 2005, y algún premio importante en el campo de la novela histórica como el Alfonso X El Sabio que ganó en 2008 con Shangri-La. La cruz bajo la Antártida tras haber quedado finalista con su ópera prima Las lágrima de Karseb. Constantinopla, 1453 en 2005, el escritor barcelonés, nacido en Sao Paolo, da un aparente giro a su carrera literaria (aparente, porque Shangri-La. La cruz bajo la Antártida era, más que una novela histórica, un trhiller) para deleitar a sus lectores con una novela de apariencia clásica (una rigurosa arquitectura literaria; un estilo controlado y armónico; perfectas dosis de erudición en diálogos bien hilvanados; interés creciente) y fondo subversivo muy de acorde a los tiempos que nos han tocado sufrir.

Henri Gaumont, un publicista francés de prestigio, ve alterada su vida cuando Leopold, su jefe, le despide de la empresa, sin más explicaciones, y su esposa Miriam le traiciona. Sus deseos de venganza serán canalizados a través de una sociedad secreta exquisita y exclusiva cuyos miembros toman el nombre de filósofos (Platón, Sócrates, Hipatia…) y aplican la justicia a los que escapan de ella. Banqueros, políticos, narcotraficantes, policías corruptos, etarras…serán las víctimas de este club de filósofos asesinos que aplica espantosos castigos a sus reos, no sin su dosis de humor…negro.

«El difunto se había desplomado de forma súbita sobre la mesa, tras adquirir la lividez de un velón de iglesia y bambolearse en la silla como un tentetieso, yendo a estrellarse contra el exquisito pato numerado a la sangre, al estilo de Rouen, que saboreaba en el momento del óbito.»

Detrás de ese entramado argumental negropolicial, que a algunos lectores les podría sonar a los novelas de Alejandro Dumas o a las de sir Arthur Conan Doyle, hay una profunda declaración de principios de su autor, vehiculado a través de diálogos brillantes y contundentes que nos hablan del mundo de las finanzas, la judicatura o la política tan desprestigiados en nuestros días. Es por ello que la novela de Julio Murillo, canónica en sus formas, y voluntariamente afrancesada, pero vitriólica en su fondo, es hija de la indignación, está emparentada directamente con V de Vendetta, Anonymus y Julian Assange, y es que Julio Murillo, ojo, nos está vendiendo una impecable novela de intriga, misterio y acción, que lo es, y nos está colando entre líneas un subversivo mensaje ácrata con el que ejerce justicia poética, la única forma de lucha de los que no tienen más armas que las palabras.

«El devenir de las cosas del mundo parecía estar marcado por el signo de la catástrofe. La crisis del sistema, en un fulgurante efecto dominó, había paralizado los mercados; el dólar y los valores bursátiles se desplomaban con estrépito; el desempleo alcanzaba cotas inusitadas en todo el mundo industrializado; países como Islandia, Irlanda, Grecia, Portugal, España e Italia bailaban en la cuerda floja, bordeando la bancarrota, mientras los líderes de las principales potencias iban de cumbre en cumbre, intentando tapar vías de agua con esparadrapo.»

Pero hay mucho más en la última novela de Julio Murillo, más que intriga policial y crítica al sistema, que ejerce a través de ese club de asesinos ilustrados que, con modales del pretérito, se enfrentan al desquiciado presente. El autor reflexiona sobre el hombre, la filosofía, la justicia, la democracia, las artes, y sus juicios no tienen desperdicio por la exactitud con que están expuestos y la contundencia de sus argumentos.

«Un óleo o una escultura son algo tangible, euclidiano. Maravillas en dos o tres dimensiones; pigmento y mármol; alma encerrada en el volumen. Belleza y maestría innegable, sí, pero materia al fin y al cabo. La música, al contrario, no admite cárcel ni confín; sólo existe gracias al silencio que la precede y la sucede, y a la potencialidad del instrumento que la crea; es etérea, surge y desaparece; pertenece a un reino suprasensible, luminoso, eterno.»

Tiene el lector la agradable sensación de estar inmerso en una novela decimonónica, por lo ajustado de la forma al fondo. Es un piropo. Y es que Julio Murillo, como ya viene siendo norma de la casa, instruye deleitando al lector, con lo que quien tome la sabia determinación de comprarla, y leerla, se llevará a casa dos novelas por el precio de una.

viernes, 25 de mayo de 2012

Filósofos On Line o dónde comprar la novela

El Club de los Filósofos Asesinos ha llegado esta semana –el martes, día 22–, a las librerías. Subiré algunas fotografías el blog es un siguiente post.

Dejo ahora algunos enlaces a tiendas en Internet para aquellos que les interesa la novela y residan fuera de España o no tengan una librería en su localidad. Ahora mismo puedes conseguir El Club en cualquiera de los siguientes enlaces...

El Club en Amazon
El Club en Casa del Libro
El Club en El Corte Inglés
El Club en Fnac

viernes, 18 de mayo de 2012

Nietzsche y yo...




Fragmento de EL CLUB DE LOS FILÓSOFOS ASESINOS

—¡Se puede saber de qué demonios están hablando!, ¿qué dice esa nota?
—Esta nota es una cita, muchacho, y dice lo siguiente: «Llegará, ¡ay!, el día del hombre más despreciable: el hombre que ya no es capaz de despreciarse a sí mismo» —leyó Boillot.
—¿Está firmada por alguien? —indagó Pitrel.
—Sí, por un tal Friedrick Nietzsche, tal vez lo conozcas...
Jean-Louis Pitrel enarcó las cejas y adoptó al punto una expresión sagaz y reconcentrada. A los pocos segundos parecía estar a punto de sacar humo por las orejas.
—El nombre me resulta muy familiar, pero no consigo ubicarlo, lo siento —adujo poco después, dándose por vencido.
—Pues deberías. Nietzsche dirigió una famosa escuela de pensadores sádicos, en Alemania. Tal vez alguien en tu chat de depravados te pueda contar alguna cosa sobre él... —comentó en tono impertérrito Claire, cruzada de brazos—. Inventó algún que otro suplicio célebre, el muy cabrón. Podríamos denominarlo nietzsching. Consistía en vapulear el intelecto de los millones de esclavos sumisos y adocenados de nuestro mundo a fin de hacerlos abjurar de su esperpéntica moral judeocristiana, sus ideales platónicos, su romanticismo desaforado y sus afanes de trascendencia post mortem. La verdad es que no dejó títere con cabeza. Se ensañó especialmente con la Iglesia. Según él, el auténtico cristianismo nació y murió con Jesucristo. Lo que siguió a continuación, decía, no fue más que un circo de vanidades, poder, ocultación y mentiras. Juraría que en el Vaticano aún celebran cada año el aniversario de su muerte...

Delacroix y El Club de los Filósofos Asesinos



El cuadro La Libertad Guiando al Pueblo, obra universalmente célebre de Delacroix, juega un papel sumamente importante en El Club de los Filósofos Asesinos, novela en que la venganza personal y solitaria de Henri Gaumont, un creativo publicitario francés, y el deseo de venganza universal de Pierre Cassel, un marchante de arte, confluyen por dictado del azar o el destino.


Fragmento de "El Club de los Filósofos Asesinos", que será editada el próximo 22 de mayo. por MR

   Con las manos unidas a la espalda, Pierre ascendió tranquilo los tramos de escalera que conducen a la segunda planta del ala Sully del Louvre, dedicada por completo a la pintura francesa de los siglos XVII, XVIII y XIX. Se detuvo en actitud reverente ante el cuadro pintado por Eugène Delacroix en 1830, mundialmente conocido como La Libertad guiando al pueblo.

   —Este es el triunfo del pueblo, Henry; el pueblo arremetiendo, en un sublime rapto de ira, contra la intransigencia, el engaño, el despotismo y la supresión de libertades —reflexionó trascendente—. No refleja únicamente el alzamiento contra Carlos X aquel 28 de julio en París. Eso es anecdótico. Su fuerza es tremenda, universal, y simboliza cualquier lucha pasada, presente o futura que deba librarse. Como seguramente sabes, el propio Delacroix, romántico hasta la médula, quiso unirse a la insurrección en la que no pudo participar, y se pintó con sombrero y fusil, vestido de burgués, en primera línea de combate. Él pertenecía a la alta burguesía, pero abominaba de la mezquindad y cortedad de miras de los de su clase...
   A pesar de que Henry había admirado esa obra en infinidad de ocasiones, su carga dramática adquiría tintes épicos bajo el hipnótico soliloquio de Cassel. Era imposible permanecer indiferente ante esa avalancha de seres furiosos. Ante el cuadro, solo cabían dos opciones. Unirse a la revuelta o ser aplastado por ella.
   —Ahí están todos —continuó Pierre—: El burgués bien pensante, el harapiento, el proletario, el joven sin futuro, siguiendo la estela de esa libertad alegórica que es nuestra Marianne; dispuestos a bañarse en sangre, a triunfar o a morir en el intento... ¿No te parece hermoso?
   Henry no se esperaba esa pregunta.
   —Sí, definitivamente lo es. Su ira es justa y sagrada... —admitió.
   —Los hechos históricos que plasmó Delacroix desencadenaron alzamientos similares por toda Europa en las siguientes semanas. Pueblos revolviéndose, aquí y allá, contra reyes despreciables que no merecen ni el aire que respiran. Los franceses cortamos una de las cabezas de la maldita Hidra; los rusos, otra...
   —Eso ya no volverá a suceder, Pierre. Sé lo que estás pensando. Olvídalo. Es una utopía. Los reyes que restan solo son un esperpento, un vestigio vergonzoso. Hoy la Hidra es otra serpiente, infinitamente más sibilina y poderosa —desestimó Henry—. El mal ha proliferado, es una lepra universal, está en todas partes. Y no tiene cabeza visible. Nadie está a cargo de este maldito mundo...
   Ante la observación, Pierre asintió admirado. Sin mediar palabra tomó a Henry por el brazo y le invitó a sentarse en un bancal situado frente al óleo de Delacroix.
   —Exacto. Erradicarlo es prácticamente imposible, y solo podemos aspirar a combatirlo allá donde lo encontremos... —reveló con aire mesiánico.

Boceto de la portada de El Club de los Filósofos Asesinos

Es una tentación a la que no suelo resistirme cuando finalizo cada una de mis novelas. Tantos años de diseño, creatividad y comunicación a las espaldas, me llevan siempre a ser, en primera instancia, el diseñador de las portadas de mis libros. Esos bocetos sirven, después, al departamento gráfico de la editorial a la hora de entender el carácter o atmósfera del texto. Normalmente, basándose en esos apuntes que les proporciono, suelen mejorar la idea, llevándola más allá. Normalmente es así. Aunque no siempre. Recuerdo que mi diseño de Las Puertas del Paraíso, mi segunda obra, resultó mucho más atractivo que la ilustración creada por MR. La imagen que acompaña este texto es mi visión de la cubierta de El Club de los Filósofos Asesinos, realizada a partir de una foto localizada en internet a la que apliqué unos cuantos filtros con Photoshop. Me gusta el aire de interiores, de conspiración pausada que desprende. En esa estancia, abierta a los Jardines de Marte y a la Torre, pasa algo. Algo que invita a leer.

lunes, 5 de marzo de 2012

Portada El Club de los Filósofos Asesinos


Partiendo del boceto que ya habéis visto, una imagen en blanco y negro, el departamento de diseño de MR-Planeta, creó la portada de mi sexta novela. El salto del blanco y negro al color, en opinión de algunos, resta atmósfera negra al libro; como contrapartida, ofrece un aire infinitamente más sofisticado. Y eso viene como anillo al dedo, ya que los protagonistas se mueven y pertenecen a un nivel social alto, son gente acomodada; entre ellos, un marchante de arte, Pierre Cassel, y una joyera, Adèle Mercier, sin olvidar al protagonista, Henri Gaumont, director creativo de una importante agencia de publicidad francesa, que por circunstancias que aquí no desvelaré, se ve descabalgado del éxito profesional y social de forma abrupta. Hecha esa puntualización, creo que la portada definitiva transmite elegancia. A todos nos gustaría sentarnos frente a ese escritorio de anticuario con el marco incomparable de París como telón de fondo. MR me hizo llegar, unas semanas más tarde, el "recorrido de portada": una imagen que podéis ver bajo estas líneas, en la que de forma panorámica aparecen las cubiertas (portada, lomo y contraportada) y las solapas interiores. Creo que el efecto es excelente.